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El lado oscuro de los remedios caseros: cuando la tradición se convierte en riesgo para la salud

En los mercados populares de México, entre el aroma de hierbas frescas y el bullicio característico, se esconde una realidad que pocos quieren ver. Doña Carmen, una vendedora de 67 años en el mercado de Sonora, ofrece desde hace décadas 'tés milagrosos' para todo tipo de males. 'Este es bueno para la diabetes, señora', dice mientras muestra un manojo de hierbas sin etiqueta. Lo que ella no sabe es que tres de sus clientes han terminado en urgencias por intoxicación hepática.

La medicina tradicional mexicana, con sus raíces profundas en la cultura prehispánica, enfrenta un momento crucial. Según datos de la Secretaría de Salud, el 45% de los mexicanos combina tratamientos médicos con remedios caseros, creando un cóctel peligroso que pocos médicos logran descifrar. El doctor Alejandro Mendoza, hepatólogo del Hospital General, cuenta cómo cada mes recibe al menos dos pacientes con daño renal o hepático por mezclar medicamentos recetados con hierbas de dudosa procedencia.

Pero el problema va más allá de las interacciones peligrosas. En los últimos cinco años, la Profeco ha identificado 127 productos 'naturales' contaminados con metales pesados, pesticidas y hasta medicamentos de prescripción controlada. 'La gente cree que porque es natural no hace daño', explica la química farmacéutica Laura Torres, 'pero la naturaleza también produce venenos mortales'.

El caso más emblemático ocurrió el año pasado en Puebla, donde una 'curandera' administró un brebaje con altas dosis de digitalis -un compuesto cardiotóxico- a una familia completa, causando la muerte de dos niños. La investigación reveló que la mujer no tenía ningún conocimiento sobre las plantas que utilizaba, simplemente seguía recetas transmitidas oralmente por generaciones.

Sin embargo, no todo es negativo. Investigadores de la UNAM trabajan en un proyecto para validar científicamente las propiedades de 50 plantas medicinales mexicanas. 'El conocimiento tradicional es invaluable', afirma la bióloga Patricia Rivera, 'pero necesita pasar por el filtro de la ciencia moderna'. Ya han identificado tres especies con potencial anticancerígeno confirmado.

El verdadero desafío está en la regulación. Mientras en países como Alemania las hierbas medicinales requieren los mismos controles que los fármacos, en México cualquier persona puede venderlas sin restricción. La diputada Margarita Flores presentó una iniciativa para crear un registro nacional de productos herbales, pero se encuentra estancada en comisiones desde hace dos años.

En las comunidades rurales, la situación es aún más compleja. Don Tomás, curandero en la sierra de Oaxaca, atiende a diario a decenas de personas que no tienen acceso a servicios de salud. 'El médico más cercano está a seis horas de camino', explica mientras prepara una infusión para la fiebre. Su conocimiento, acumulado durante 40 años, salva vidas, pero también representa un riesgo cuando se enfrenta a enfermedades que requieren atención especializada.

Las redes sociales han exacerbado el problema. TikTok e Instagram están plagados de 'influencers' que promueven remedios caseros sin evidencia científica. La receta de 'agua con bicarbonato para el cáncer' acumula millones de reproducciones, a pesar de que oncólogos advierten que puede interferir con los tratamientos convencionales.

La solución, según los expertos, no está en prohibir la medicina tradicional, sino en integrarla de manera segura al sistema de salud. El modelo de 'clínicas mixtas', donde médicos y terapeutas tradicionales trabajan juntos, ha dado resultados prometedores en comunidades indígenas de Chiapas y Yucatán.

Mientras tanto, en el consultorio del doctor Mendoza, la señora González se recupera lentamente de una insuficiencia renal causada por un 'té para bajar de peso' que compró en el mercado. 'Nunca pensé que algo natural me haría tanto daño', dice con lágrimas en los ojos. Su caso es uno más en la larga lista de víctimas de un sistema que falla en proteger a los consumidores y valorar adecuadamente el conocimiento ancestral.

El futuro de la medicina tradicional mexicana pende de un hilo fino como el de una telaraña. Por un lado, la sabiduría ancestral que ha curado por siglos; por otro, la ciencia moderna que exige evidencias. Encontrar el equilibrio perfecto podría ser la clave para preservar lo mejor de ambos mundos, pero el camino está lleno de obstáculos regulatorios, intereses económicos y desconfianzas mutuas que tardarán años en superarse.

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