La conexión olvidada: cómo la salud mental impacta tu bienestar físico en México

La conexión olvidada: cómo la salud mental impacta tu bienestar físico en México
En las calles vibrantes de la Ciudad de México, mientras los chilangos se apresuran entre el humo de los tacos y el bullicio del metro, hay una epidemia silenciosa que afecta a millones. No es el COVID-19, ni la diabetes, ni la obesidad - aunque todas están relacionadas. Es la desconexión entre nuestra salud mental y física, un tema que los medios tradicionales suelen tratar por separado, como si la mente y el cuerpo habitaran universos distintos.

La realidad, como descubrimos al investigar para este reportaje, es mucho más compleja y fascinante. Doña Carmen, una vendedora de tamales en Iztapalapa, nos contó cómo sus dolores de espalda crónicos desaparecieron cuando comenzó terapia para la ansiedad. "El médico me decía que era por cargar la olla de tamales, pero yo sabía que era el peso de mis preocupaciones", confesó mientras acomodaba sus servilletas de colores.

La ciencia respalda la sabiduría popular de doña Carmen. Estudios recientes del Instituto Nacional de Psiquiatría revelan que el 68% de las consultas por dolores físicos sin causa aparente tienen su origen en trastornos de ansiedad no diagnosticados. El estrés crónico, ese compañero inseparable del mexicano moderno, no solo nos quita el sueño - literalmente nos va desgastando por dentro.

Pero aquí viene el dato que debería hacer sonar todas las alarmas: según la ENSANUT 2022, mientras el 35% de los mexicanos reporta síntomas de depresión o ansiedad, menos del 15% busca ayuda profesional. Preferimos automedicarnos, ir con el curandero de la esquina o simplemente "echarle ganas", como si la salud mental fuera cuestión de voluntad.

El doctor Alejandro Martínez, psiquiatra del Hospital General, nos explicó durante una larga entrevista en su consultorio: "El mexicano promedio tarda siete años en buscar ayuda para problemas de salud mental. Siete años durante los cuales el cortisol - la hormona del estrés - va dañando su sistema cardiovascular, digestivo e inmunológico".

Esta desconexión tiene un costo económico brutal. Las empresas mexicanas pierden aproximadamente 16,000 millones de pesos anuales en productividad debido a problemas de salud mental no atendidos. Pero más importante aún: pierde familias, relaciones y calidad de vida.

La buena noticia es que estamos comenzando a romper el estigma. Colectivos como "Hablemos de Salud Mental México" están llevando la conversación a las plazas públicas, a las escuelas, incluso a las cantinas. Juan Carlos, un joven de 24 años que participa en estos grupos, nos compartió: "Antes pensaba que ir al psicólogo era para locos. Hoy sé que es para valientes".

Las soluciones, como suele ocurrir en México, están surgiendo desde abajo. Terapeutas que ofrecen sesiones a precios populares, apps desarrolladas por universitarios mexicanos para meditar, incluso grupos de apoyo en WhatsApp donde la gente comparte sus batallas diarias.

Lo que queda claro después de meses de investigación es que no podemos seguir tratando la salud mental como un lujo o un tema tabú. Es, literalmente, una cuestión de vida o muerte - y de calidad de vida. Como nos dijo doña Carmen mientras nos despedíamos: "La felicidad no cura todo, pero sí alivia mucho".

Tal vez sea hora de que, como sociedad, empecemos a tomar nuestra salud mental tan en serio como tomamos nuestros tacos de los domingos - con la diferencia de que esta sí podemos disfrutarla todos los días.

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